viernes, 16 de febrero de 2024

Y el sinsentido y la tristeza de las colinas que se extienden allá, como elefantes blancos (Parte III)

Este año se van a cumplir diez años de tu muerte. Una década y no dejas de estar vigente. Justo por eso te quiero hacer un breve resumen de lo que ha pasado y el porqué de esta entrada que no nació en conmemoración de tu aniversario luctuoso (sorry, not sorry, pero se debe seguir adelante). 
No sé muy bien por dónde empezar, así que iré botando las cosas como ellas mismas elijan. 

Uno de mis mejores amigos falleció. Sí, se me fue otro. Por propia mano; bueno, eso más bien lo intuyo. No quise preguntarle a su mamá y para qué lo haría, es decir, no cambiaría las cosas. En realidad se ha ido mucha gente por mano propia y me da miedo porque los entiendo y entonces llegan momentos donde los comprendo de más y yo también me desanimo de esta vida que se me desgajó un poquito cuando te fuiste.
Estuve recordando algunas frases de tu último mail y en esta época que estoy más vulnerable de lo que había estado en años, lamentablemente las tengo más presente y no precisamente para bien o al menos no siempre. 
«Simplemente no me vi viviendo dentro de dos años y si me veía, me veía así y ya me cansé», ¿te referías a esto de estar dentro de un bucle cayéndote y levantándote? Porque aunque mi intuición me dice que sí, otra muy catastrófica me dice que es un modus operandi muy aburrido pero sobre todo cansado. Lo peor es que lo veo, siento y comprendo con los que me rodean y no puedo no sentir un poquito de más. Lo peor llega cuando alguien se va por su propia mano, porque te pienso y siento que una pequeña fracción de mí se rompe un poquito (más)
Matt, no debiste haberte aburrido tan rápido. Matt, teníamos un montón de cosas que vivir. Matt, sigues en mi cabeza ahora más que nunca. Matt, no estabas hecho para estar solo, no tenías por qué estarlo y no debiste alejarnos por estar casado con una idea a la fuerza. Matt, te extraño. Matt, no debiste lastimarnos así. Pero te entiendo y ahora comprendo.
No me malentiendas, no soy una suicida porque entendí que después de tener varios acercamientos con la muerte, sencillamente no es mi momento. Además, me da más pavor no lograrlo, sino lo contrario y además, quedar tullida. 

Gali falleció el 22 de febrero del 2023 y con su muerte, lloré todas las muertes que no pude llorar en su momento.
La alcancía del dolor se decantó en cristales finitos de melancolía. Aún me duele el corazón. Me duele todo.

Intento terminar de escribir la historia de Diana… y de nosotros, mencionando a todos los que fueron importantes (incluyendo a tu hermana). Me ha costado ya un rato, pero llevo más de 50 páginas. Esta vez no quiero hacer de esto, mi asíntota vitalicia y creo que me lo debo.

He llorado montones. A veces tengo la mirada de las mil yardas en recordar a tanto muerto o tanto dolor, pero aun así, quiero terminar esta historia no por obsesión, sino porque es mi única manera de darnos un final más digno y bonito que el real que está sobre tierra muerta y agrietada en recuerdos ahora mal recordados, (la edad está haciendo lo suyo, no creas).
También y sobre todo, quiero saber si una vez cerrando este ciclo, habrá algo diferente y si no, al menos quiero saber si todo lo que siento, puede sentirse con un poquito de menos dolor.
Me lo debo. Nos lo debo.
Por otro lado, también quiero pensar y me aferro a creer que una vez terminando de escribir todo esto vale la pena continuar existiendo, aunque siempre sea el mismo modus operandi. No me importa. Sólo quiero saber que vale la pena seguir haciendo lo mismo una y otra vez; por los buenos momentos, por los idiomas que nacen de la complicidad, protección y cuidado hacia el otro. El amor y sus crías.
Quiero pensar que en la intimidad de la rutina hay cosas que vale la pena sentir.
Pero de mientras, sigo batallando, muchas veces encostrada en los recuerdos; otras, más sumida en la melancolía y hasta hace poco, me di cuenta de que también lo hacía desde el enojo. Güey, te me fuiste y no pensaste en los que te queríamos. Ya estoy grande como para seguir ocultándolo. Quiero hacer una reconciliación desde esta parte que te lo reprocha porque también creo que nos lo debemos y además, me lo pediste en tu último mail: «…no te lamentes si me pasa algo peor de lo que estoy pasando ahora. Estaré bien y te voy a cuidar si te quedas sola o acompañada o como sea. Yo ahí estaré». 
Pero sí me lamento, porque al principio pensé que no me dolía tanto, y cuando se fue Gali, me sentí y me vi sola; y me doliste y me dolió todo. 
Sé que si estuvieras vivo me preguntarías por qué le doy tantas vueltas si sólo es escribir, la verdad es que hay cosas que mantienen el pudor en carne viva. Me avergüenzan porque sé que en muchas cosas la cagué, muchas veces por hacerlas con malicia. Insisto, me da vergüenza y me distraigo porque cualquiera lo haría, porque nadie quiere enterrarse en la propia mierda que ha creado para sí. Pero sé que es necesario. Sé que a veces soy medio ruda conmigo misma en esto, pero te juro que trato de no serlo. Muchas veces lo logro. 

No todo ha sido crisis, también conocí a Adrián y sé que te caería muy bien.
Es todo lo que pensé que no encontraría en una sola persona y conocerlo ha sido lo más contundentemente feliz que ha refutado mi racionalidad de la manera más bonita y amorosa posible. Gracias a esto puedo decir que no siempre las lecciones de la vida llegan a través de las tragedias. Me enamoré y hoy estoy agradecida de poder decirlo segura, pero sobre todo, sintiendo más que pensando. 
Si todo sale bien, nos casamos en julio y no voy a negarlo, te extrañaré de testigo (te prometo que esta vez sí me fijaré en los apellidos).
Toma de promesa que si llegamos a tener un niño, se llamará como tú. 

Mis papás y mi hermano están bien y como lo dijiste en algún momento, Emi tiene mucho potencial. Te caería bien ahora que está en sus 24 años. 


Ha sido creo que todo o al menos lo más relevante. Si te lo digo de esta manera es porque creo que de repente no todo lo que enlisto debe carecer de alegría y aunque no estoy pasando uno de mis mejores momentos (en otros aspectos, quizá menos importantes), hoy puedo decirte que estoy feli’ y que si no me ves, de menos quiero hacerme a la idea de que esto puede llegar a tus ojitos de pichoncito, aunque se encuentren en otro plano. 

Mmm, no sé exactamente si pedirte algo dé resultado, pero ahora que estoy mudando de creencias y que no soy adepta a dioses populares, pero sí de tu presencia acompañándome (más, las de otros seres), me gustaría que me ayudes a tener más templanza en las situaciones donde mi soberbia se vuelve protagonista; intento que no me domine, pero no siempre puedo estar en todo. Tú lo sabes, entre más control, más error.
Ayúdame a no cegarme tan rápido. Estoy cansada de repetir los mismos errores por no darme cuenta. 

Este año prometí que haría las cosas diferentes. Quiero cumplirlo.

Te quiero, Matt. 

Siempre.

Hasta donde estés. 




sábado, 15 de octubre de 2022

Xalapa

 Ando en tierras xalapeñosas desde hace algún tiempo (no voy a exagerar, en realidad llevo cerca de semana y media), y, me ha sentado bien.

Tuve que hablar con mis papás sobre todas las cosas por las cuales me cierro.
Lo entendieron, pero no lo comprendieron.
Para ellos —según uno de ellos, valga la redundancia—, yo, soy como una cosa que tiene su mundo, te deja entrar, pero no te deja involucrarte.
Estoy en una esfera donde, rara vez, entra alguien y puede interferir. 
Y pues bueno, es en esta parte donde entras en escena… 

—¿Por qué Matteo… anduvieron?

No, siempre fuimos amigos. Todo mundo lo pregunta y todo mundo tiene la misma respuesta:
Fuimos amigos. Probablemente y de manera estrictamente racional, su muerte me pega porque, siendo amigos de toda la vida, no nos pudimos «despedir bien».
Yo no quise, era joven. Cuando se fue yo me sentí porque habíamos trabajado juntos varios años y, me dolió que se fuera sin mí.

(…)

No, perdón…  Me dolió que se fuera sabiendo que yo quería que se quedara, pero como no tuve ni el coraje ni la indiferencia para dejarlo ir, se me hizo fácil enojarme.

Las cosas como son y… Todos los días lo lamento.

Nunca advertí lo que iba a pasar. Por eso no tengo fotos de él. Era mi protesta. Cuando se fue quemé todo. Por eso no pongo altares en estas fechas. Cuando se murió lloré por no tener siquiera un recuerdo de nosotros.
No tengo fotos de la única persona que me ha dolido en la vida y pues, hay que amachinar

Mejor escribir para drenar todo. 

—Te casaste… TE- CA-SAS-TE.
A estas alturas, no me duele que lo hayas hecho. Tampoco me duele que hayas falsificado nuestras firmas. Aunque podría enojarme, (o, ¿pensaste que no me iba a acordar de las veces que hacías nuestras firmas en tus reportes y citatorios de la secundaria?). No. A mí me dolió que mi única hija no me invitara a un evento que probablemente no se va a repetir en su vida porque, ya te vi. Te quieres sola. Y, te conozco, sé que lo estás logrando. 

—Él (Fernando), es una gran persona. En su momento —nuestro tiempo—, él sabía lo que quería y yo no, ¿qué se supone que iba a hacer a los 18 años?, ¿amarrarlo? Lo tengo amarrado a un negocio que tenemos ambos y a mis recuerdos, pero no a mis expectativas.
Es un amor, sin duda, pero que estuviera con alguien que no iba a trascender como él lo requería en nuestro tiempo, es igual a haberles presentado a esos ex's, que, seamos honestos, no iban a ser importantes en mi vida.

Pero él es diferente, ahora nos llevamos bien. Y, seamos honestos, a ustedes jamás les hubiera caído bien un argentino.

—¿Por qué?, ¿por qué no nos has permitido entrar más que como… espectadores

—No sé. Francamente, no lo sé del todo, pero estoy aquí sabiendo que me iban a hacer estas preguntas y, aunque sé que han pasado varios años, también sé que era necesario pulir esto.
Estoy cansada y aunque Matteo no les haya caído bien; aunque sé que piensan que es por él que me alejé, lo cierto es que nunca quise verme tan de cerca con ustedes. No lo siento y lo digo en el estricto sentido de la palabra.
Es una cosa que traía de niña. Sólo que alguien llegó a hacerme sentir cómoda con ello y no sentirme culpable o tan mierda con toda esta situación… Aunque reconozco que los necesité más de lo que hubiera pensado.
Ahora, no lo celebro, pero me hace sentir más cómoda con lo que soy (que tampoco, quiere decir que esté al cien por ciento bien, pero al menos me hace sentir más cómoda con lo que soy y hago). 

—¿Qué va a pasar en estos días?

—Tampoco sé, pero espero que si no resolvemos nada, al menos podamos salir y procurar ser la familia que no nos permití ser.
Ha de sonar egoísta, pero quiero meter todo lo que soy en este lino tan sensible que puede ser la piel y meter la temperatura, el dolor, la esperanza y todo lo que antes no pude.

Me cerré a temprana edad y lo siento.

miércoles, 5 de octubre de 2022

Costras

"Tienes una forma muy finita de herir porque te fijas en la gente, encuentras lo que la hace vulnerable y poco a poco les vas metiendo ideas, pero así, anclándote de lo que son. Y, sin embargo, también sabes sanar igual".
Así actúas, así eres, eres un modus operandi. 

Me lo dijeron hace años y hoy que me dedico a escuchar, retumba más en mi cabeza de lo que quisiera. 

Empezó cuando era niña y me rascaba las costras. A veces, tomaba una aguja y poco a poco las abría más; en unas ocasiones, intentaba que sólo saliera un poco de sangre porque me gustaba ver los vasitos blancos y desahuciados. Salía sangre blanca como en ese tiempo le decía al plasma. Cicatriz transparente. 
Otras ocasiones era más tosca porque tocaba con la misma aguja varios puntos de manera muy delicada y puntual, pero a veces me equivocaba, tocaba mal y me volvía a rascar, pero era más porque había tocado un pequeño nervio que me hacía actuar por reflejo. Comezón al nervio.

Era una niña, pero de alguna manera sentía un morbo por el dolor. En mi lógica de ese entonces, si yo conocía a fondo el dolor que me ocasionaba rascarme, podría superar el siguiente porque me sería familiar.

Todo mal, naturalmente. Aunque le atribuyo a esos momentos tener un umbral de dolor bastante amplio. 

Con los años dejé de rascarme las costras y empecé a cuidar de mi piel, pero el sistema, esa lógica, trascendió.
Empecé a rascar otro tipo de costras. Costras ajenas. Para la gente que me rodeaba en ese entonces, yo era la niña que llegaba con su aguja y abría las heridas que ellos me compartían para diseccionarlas a detalle. Provocaba esa comezón al nervio que no hacía que te rascaras, pero que incomodaba porque era a partir de las heridas personales. Todo tenía una lógica y nada salía fuera de lo que hubiera planeado. 

Y yo también tenía costras que hacían que me rascara el alma por reflejo, porque me hacían entrar a lugares incómodos en primera estancia.
Siempre morboseando el dolor personal. As usual. 
Con el tiempo, aprendí a dominar estos sitios al punto de quererlos por tan incómodos que estos fueran y me di cuenta de lo mucho que me gusta la incomodidad y la democracia que esta conlleva.
Pero esa parte no la entenderías ni explicándotelo con el ábaco. 

Hoy, no estoy muy segura quién soy porque siempre pensé que era la niña que llegaba con su aguja y ahondaba en esas costras (aunque en el presente esas habilidades me sirvan). Pero no. 
Hoy creo que más bien soy la costra. Lo sé porque hay recuerdos, cosas, palabras o puntos que me pican, como la aguja que utilizaba. Solo que no sé qué parte me da comezón y sé que brota algo, pero no estoy segura de que sea sangre, ni plasma, ni algo tangible, pero sé, que brota algo. Y sé también que debe haber un niñito igual de curioso que yo, al que le gusta picarme con su aguja, pero aún no sé quién o qué es. 

Y así he estado durante semanas. Me gustaría platicártelo a detalle. Sé que lo entenderías, pero no estás, entonces me veo en la necesidad de escribirlo. 
También lo voy a publicar porque creo que entre más lo compartes algo se va con ello y duele menos o es menos incómodo o simplemente pasa algo. 

Solo no me presiones, apenas ando delineando qué tipo de comezón tengo.

martes, 4 de octubre de 2022

Y el sinsentido y la tristeza de las colinas que se extienden allá, como elefantes blancos (Parte II)

Hoy sí me puse a escribir con el único objetivo de publicar esto, ¿por qué? Porque tengo muchos borradores en este y en todos los blogs que he creado con el fin de escribir cada sentimiento que a veces tenía (o tengo), sobre todo lo que pasó.
Me quedé con ganas de contarte muchas cosas. Cosas que no sé por qué me pasaron, pero sucedieron. 

Obviamente, decir que son borradores es porque no me atreví a publicar nada. Todo me lo guardé. 
Bien raro de mí. 
Lo intenté, te juro que sí, pero no sé, una parte de mí estaba segura de que no estaba mal y la otra, sólo se quedaba sentada, observando… viendo qué iba a terminar por hacer.
Naturalmente, no necesitaba hablar porque ya sabía lo que ocurriría: no iba a publicar nada. 

Me volví muy pudorosa con todas las cosas que siento y, si bien el hoy es muy… no extraño, quizá sí está muy al margen de lo que fui. 

Me dedico a aconsejar gente (además de publicidad y teatro) y, siempre tengo que procurar estar bien no para los demás ni por mí, sino para no lastimar cuando puedo entrar a aquellas grietas que las personas me permiten ver.
Hace años entendí el poder que tenía con las palabras y tuve que hacerme de un tiempo para poder meter a mi curiosidad en un botecito. A ella y a mi capacidad para a veces provocar dolor por el mero gusto de hacerlo o ver qué pasaba. 
Comencé a elegir, comencé a elegir cuidar (o al menos no lastimar) y perdí mi capacidad para escribir de ti. 

Pero, desde hace un par de semanas, vienes levantando tu manita desde las tierras de mis recuerdos. Vienes presentándote en situaciones muy puntuales. Como por ejemplo, hace un fin de semana cuando vi a Dave (quien me ayudó cuando me fui a San Luis).
Hablamos, hablamos, hablamos y por más que lo escuchaba, veía tu manita. Llevas así ya varios días. 
Hablé también con Fernando porque estamos viendo qué sucederá con el pequeño negocio que sacamos hace años y me preguntó por ti, cómo me sentía y bueno, aquí estamos. 

Después de casi nueve años de tu muerte, he vuelto a soñar caballos corriendo, con el mar profundo, con horizontes y con una casa de la cual quiero salir, pero por más que lo intento, vuelvo a entrar como en un bucle. Siempre hay un fantasma que me detiene y me dice que porfa, no me vaya. Todavía no. 

No creo que seas tú porque siempre me empujaste a avanzar, pero sí creo ser yo, (o al menos una parte de mí), así que… voy a intentar entender desde lo que debí aceptar desde hace mucho:

No, Matt, ni en pedo te olvidé. 
No, Matt, tampoco hui de tu recuerdo por más que lo intenté en un inicio. Al contrario, me he puesto a leer tu mail más veces en esta semana de las que recuerdo haber hecho desde hace más de cuatro años.
De hecho, me estoy enfermando de la garganta por intentar entender a altas horas de la madrugada qué es lo que me quieres decir, porque leo y leo tus letras y sé, que algo se me esconde.
No me has terminado de hablar y, de alguna manera, me gusta porque siempre se cree que cuando alguien muere se termina una etapa y no, no te has ido. Me queda claro que no. 

¿Vendrán más escritos como este? Puede que sí. Si es la única manera en la que me puedes empujar a terminar las cosas que debí terminar desde hace mucho, claro que lo haré y gracias.
Después de todo, como me mencionas en tu mail, me estás cuidando como lo habías prometido.

lunes, 5 de julio de 2021

Ataque.

—necesitaba contarte algo. Perdón por la hora, por favor.
—Debe ser grave, supongo.
—No, y lo siento…
—… ¿qué pasó?, ¿por qué lloras?
—Ayer se me olvidó quién era.
—¿puedes explicarme mejor? Inténtalo, sé que puedes. Respira.
—Yo… no sé. Estaba en el Super, normal, tranquila; cuando me disponía a pagar, me pidieron el NIP de mi tarjeta y, me congelé. No sé qué pasó. Todo se cerró. Había una voz que me decía "no te preocupes, no te alarmes", pero, yo me sentía petrificada, sometida por redes. Sueltas, pero redes.
—Tuviste un ataque de ansiedad.
—Nunca había vivido uno… lo curioso es que, la voz que me dijo que no me preocupara era…

martes, 15 de junio de 2021

El cumpleaños

 Viernes en la madrugada:

—Feliz cumpleaños…
—… fue el 3, jueves, ¿ya no te acordás? 
—Si me acordé pero anduve ocupada con cosas de trabajo y demás.
—Me da gusto encontrarte mucho más centrada…
—Ah, ja, ¿y…? Te conozco lo suficiente para saber cuando te quedas con las ganas de decirme algo.
—Eeeehmmm, no quería preguntar sobre esto pero desde marzo de este año no has escrito nada en cuanto a M. y sé que es de alguna manera algo que te ayuda a sentir menos carga.
A lo que voy es, ¿todo bien? Por un lado, me da gusto que no escribas de esto porque siento que lo dejas poco a poco atrás, pero, también te conozco y sé que cuando te quedas callada, es porque traes algo, ¿necesito preguntar más?
—Eeeehm, la verdad es que no he escrito porque francamente no sé qué escribir.
—Seeeee, ya decía yo que algo pasaba… 
—Mira. Quiero compartirte algo…


—Todos son borradores.
—Uh, tenemos un genio. 
—Ah, y uno de buena gente. Pelotuda.
—Si, bueno, no te enseñé eso para victimizarme, tonto. Es más bien porque sí he estado escribiendo pero, nunca acabo. 
—Y… ¿no en el trabajo escribes mucho? Bueno, para empezar, ¿qué hacés ahora?, ¿seguís en publicidad? 
—Seeeee y en producción y en guionismo y en muchas cosas más. Como Diosito: estando en los corazones de todo… 
—¿Guionista? Muy bien, y vos pensando que no ibas a vivir de escribir.
—Bueno, tampoco te emociones que es guion para clases de manicure, maquillaje y cositas así. La verdad es que no está mal. Ya hasta aprendí a arreglarme mejor, ¡ja! 
—Bueno, ¿y entonces? 
—Pues no lo sé. Será que he estado en todo y en nada a la vez. Intento no perder rumbo y creo que no estoy en mal momento pero ya me sisqué. Me he vuelto precavida. Muy.
No cuadrada, no miedosa; mas bien, como que siento que lo que me parametra es una línea entre lo precavido, táctico y emocional que al final no cuaja en nada. Ash, no sé. 
Y bueno, he de decirte que me estoy tomando una Quilmes en tu honor aunque tu cumpleaños haya pasado y me está sentando bastante bien.
—Puff, no extraño esa cerveza en sí pero cómo extraño beber, en… pues, ¿casa?, ¿con mi gente? No sé, me da nostalgia…
—Yo… no sé. Te escucho y casi siento que una lágrima acaricia mi mejilla y mientras va bajando por mi cachetito, va dibujando la bandera de mi país mientras de fondo se escucha, —¿qué te gusta, Silvio, Di Blasio… algún hit patriota en mente?—.
—Eres una hija de la verga. Eso sí se me quedó de México. 
—Uh, ¿ya te vas a ofender? Porque te recuerdo que te casaste con esta señora justo por este sentido del humor embajador de la paz. 
—Y justo por tanta "paz" que nos brindó ese sentido del humor, nos divorciamos, amor. 
—Ah, chale. Bien bajado ese balón. Mañana te cuento si pude dormir. 
—Zoqueta.
—Bueno pero a ver, ¿qué pasa? Tú no eres de apegos, menos de este tipo de "nostalgia patriótica" como para decir "mi gente", "mi patria". No, no te la compro ¿Qué pasa? Tú sabes que si me burlo de algo es porque sé que no es algo importante. No lo hago por ofender. 
—Na, no me ofendí ni nada. En realidad; tenés un punto que además respalda que aún me conocés más o menos bien. 
No sé, me he sentido distante. Al inicio estaba bueno pero ella… no sé. No sé. 
—Van a cumplir como cinco años, ¿no?
—Los cumplimos hace poco pero tuvimos un problema por un pago atrasado y los planes se fueron abajo.
—Ya… 
—No necesitás preguntarlo. En realidad te lo cuento porque nos estamos separando y sí, no tenía a alguien a quien contárselo. Bueno, no siento la confianza. No sé.
—Te iba a decir que "yo sólo venía pasando por acá" pero la verdad es que, ya no soy tan tonta como para ponerme sarcásticas a lo idiota.
Yo, no sé qué decirte, ¿estás seguro? Es decir, ¿lo has intentado?
—vos sabés que esas cosas se sienten, ¿no nos recuerdas?
—… ¿y qué vas a hacer?
—No sé.
—¿Te has dado cuenta de todos los no sé que me has dicho a lo largo de esta charla?
—disculpáme por no cargar mi bitácora. Perdí la cuenta.
Disculpáme, no quise ofender.
—Está bueno. Te entiendo. Peor, te comprendo. 
Supongo que al final de esto se trata todo: tú me ayudas, yo te ayudo. Alguien lo escribe y cobra el fruto que vaya dando y el círculo se cierra feliz y equilibrado. Vida, finalmente.
—En ese caso, iré sacando mi blog. 
—No, mejor encárgate de dar material. Ya estás ahí. Dale dinamismo a la novela y así.
—Pelotuda.
—Yo también te sigo queriendo. No, oye; en serio, todo saldrá bien, verás que sí; aún cuando no sea exactamente lo que quieres, saldrá bien. Te lo digo por experiencia —una patrocinada por ti, por cierto—. 
—¿Pudimos haber regresado? Siempre coqueteamos con la idea después de que te separaste y no pasó nada, ¿pudo haber pasado? 
—Supongo. Ya no pienso mucho en ello, ¿por qué lo piensas?
—No sé. Si con vos pudo haber un regreso y no lo hubo porque no lo intentamos o lo que sea; supongo que al menos podría intentarlo con ella a ver qué pasa.
—¿Te das cuenta de que no hablamos de mí? ¡jajajajaja!
—No hay manera con vos. No la hay. 
—Nos vemos pronto. Sé que siguen sin ser los mejores medios pero está bueno volver a saber de ti. Cuídate y… sonará tonto pero "échale ganas". Mi papá me lo dice todo el tiempo.
No sé si sirva de algo o si siquiera lo dice consciente, o lo dice porque se oye chido pero me gusta creer en sus palabras, echarle ganas y de vez en cuando creer en el milagro.
No sé, a veces sucede.
A veces vale la pena ser optimista. 
—Ojalá tengas razón. 
Nos vemos.

martes, 25 de agosto de 2020

Bitácora 25/0820: Estamos perdidos, cambio.

 siempre que no encuentro respuesta (a algo o todo), me encuentro de nuevo haciendo el ritual. Como sé que ya no debo hablar de mí, sin tomarlos en cuenta, queridos lectores; me he tomado la libertad de escribir como si estuviese en un escenario de "stand up". Solo, imagínenlo: cortina íntima de terciopelo rojo carmín, duela vieja oscura, luz tenue (piensa en una iluminación amarilla vejez)… una luz blanca rebotando en mis pómulos (y no es que estén pronunciados, es que soy un poco blanca de tez) y listo. Creo, no es nada complicado de imaginar. En fin, como decía anteriormente: siempre que me encuentro en una situación donde no encuentro respuesta a algo o todo, hago el ritual: botella en mano, un poco de droga, música y esta página (usualmente en blanco)

Sé que esto siempre va dirigido a alguien y, no perderé la costumbre...


A … 

Este mes, te he extrañado mucho. Vieras que es bien curioso pero mucha gente que desde hace varios años no frecuentaba, se está acercando de nuevo. Y, no es que no me guste o algo así. Sólo se me hace curioso y es que, ya sabes como soy para eso de las estructuras y el hilar cosas y demás… pero hoy… hoy fue diferente. Hoy me enteré que un amigo se suicidó.
Tenía rato que no convivíamos pero su ausencia me dolió y no termino de hilar, de entender, de comprender… de sentir. 

Wey, ¿por qué? Quiero entender porque estoy en un momento de negación y… estás y…vives tanto aunque lleves mucho tiempo sin estar. Y… me rompo. Wey, sólo quiero entender por qué después de tanto tiempo, me haces falta. 

Siento… que vengo saliendo de una zona de conflicto entre tu muerte (y varias más), dos pérdidas, dos rupturas, inestabilidad laboral, crisis emocional, inestabilidad económica, pérdida de salud, súmale lo que el entorno te agrega con sus causas (por qué no), etc… y está bien. El pedo es que… ya llevo tantos años peleando en esa zona que ahora que tengo más o menos un equilibrio por el que además he peleado, me cuesta vivirlo medianamente bien. Me estoy pasando a traer gente (estoy segura aunque digan que no).
No sé pero siento que no estoy lista, ¡jajajaja! me siento como tullida porque a veces siento como que quiero hacer cosas que hacía en una época donde era más inocente o me dejaba llevar más y ahora que quiero hacerlas, no: no hay ganas, ni inspiración, ni emoción, ni nada.
Wey, me cuesta todo y debería estártelo platicando al menos para que te rías de mí.

Podría estarte platicando más pero no creo que lo que me pase en este momento además del cómo me he venido sintiendo desde hace algunos meses, venga  mejorar lo que ya hay. Además, valga la redundancia, ni siquiera creo que dure.