domingo, 31 de agosto de 2014

Planes

—Tanto tiempo que no te veía, S.
—A mí también me da gusto verte.
—Tenemos algunas cosillas de que hablar pero primero tienes que comer más. A este paso vas a desaparecer y sin siquiera haber empezado tus siguientes planes.
—¿En serio tengo planes? Yo que pensé que ya había acabado la etapa en la que trabajaba para ti. 
—No vas a trabajar para mí. Lo que iba a decirte es que necesito que tramites tu VISA. 
—¿Me vas a llevar a componer mi preciosa nariz? Porque si no, no me interesa.
—No, de hecho los planes son otros pero antes de que yo me vaya a alcanzar a mi último marido a buscar petróleo, a lo mejor y sí te mando a que te compongan esa nariz o si no, cada que reces por mí, no vas a dejar de recordármelo. 
—Eso es muy posible.
—En fin, ¿cuánto tiempo más quieres estar acá? 
—Hasta acabar la escuela
—¿Ya lo checaste?
—Sí, ya todo está arreglado. En un par de semanas estaré netamente en sexto y sin deber nada. Lo que sí es que tengo que hacer esas cosas de la tesis y bueno. Ya me vi junto a cualquier chacal diciéndome cosas como: "termina, mata la tesis" y chingaderas así.
—Bueno, las porras no están tan mal, ¿ya te dieron resultados de la beca?
—Todavía no. De todas maneras y a este paso ya me vi buscando mi imagen llorando en google porque no me la dieron…again. Por cierto, ¿eres creyente? Necesito que gente buen… olvídalo.
—Ahora me dices.
—Es una cosa que ando haciendo. Ando convocando a gente buena y creyente para que rece y que me den la beca mediante sus rezos. Es que si yo rezo se me ceba hasta por las próximas siete vidas. Como los espejos.
—¿Crees que no soy buena persona?
—¿Vamos a discutir?
—No. Pero solamente porque casi no te he visto en este año.
—Este año… complicado pero creo que ha sido bueno. Creo.
—Yo creo que sí. Tu problema es que siempre te buscas a los sin metas. 
—¿Hablas de tu sobrino? Porque no me gustaría entrar en detalles.
—Olvídalo. En fin. Ve lo de la VISA.
—¿Para qué eso de la VISA?
—Siempre he pensado que tienes potencial para actuar y bueno, alguien me dijo que si conocía a alguien y el resto de la historia ya la sabes. No sé, a lo mejor sí tienes talento para eso. 
—Si te digo que hasta las lágrimas me salen naturalitas y sin sentir.
—Írala, si bien que conservas tu sentido del humor.
—Claro, este viaje me trajo sorpresas.
—Sí, algo de eso supe. Qué bueno que te fue bien en, ¿dónde fue? ¿Real de Catorce?
—Simonsky.
—Quiero meterte a una academia de literatura. Algo bueno y seguro, nada improvisado o cosas así. Como hace años. Lo necesitas y lo sabes. 
—No sé todavía si quiero.
—¿Qué te presiona más?
—La renta. Tendré que vender cosas y me pone triste.
—¿Quieres que te preste?
—No, mi orgullo no me lo permite.
—¿Ah, no?
—No. Me hace sentir mal.
—Allá tú.
—Nueva York… me gusta la idea.
—A mí me gusta la idea de tener de nuevo a mi sobrina a mi lado.
—¿Sobrina?
—Llevamos años conociéndonos, ¿por qué no?
—Pues sí, ¿por qué no?, ¿tú andas bien?
—"Simonsky", mejor que nunca. 

martes, 26 de agosto de 2014

No entiendes

—Hola ¿cómo andás?
—Cómo perro con dos colas…
—Mmmm ya…
—Ya… ¿qué?
—No nada, es que, me venía acordando de Aldo y bueno. Vos sabés esa cosa de compartir y eso…
—Más o menos me la sé…
—¿Te acordás que te mandó un mail antes de morir y que me lo mandaste para ver qué pensaba?
—Grave error, supongo.
—Lo venía pensando desde hace semanas. Nunca más hablamos de eso, ¿por qué nunca hablamos de eso?
—¿Por qué es un muerto?
—Ok, ya vi que hoy traes el humorcito de hincha pelotas pero yo siempre te escucho y hoy, te toca escucharme a mí. El punto es, que me acordé de ese mail y lo vi; hablaba sobre los cometas y las estrellas jugando fútbol ¿te acordás?
—Más o menos.
—¿No querés hablar?
—No.
—Ok, ¿sabés que lo hago para animarte? Te gustaba ese mail y quiero que te sientas bien así como también siempre quiero lo mejor para vos.
—Yo no.
—Lo sé, pero aún así quiero lo mejor y entonces vení la cosa esa de: "¿y si voy para México?" y, entonces comienzo a pensar, a recordar todas esas cosas que me decías desde un: "nunca te dejaré" hasta un: "hasta aquí, hasta mis tuits son una broma". No lo tomes a mal. He aprendido de vos hasta cuando andás muy mal.
—Mal hecho.
—Me imaginé. A vos nunca te importa si estoy aquí o allá si te llamo o no. Si me atrevo a levantarte o cualquier cosa pero también descubrí hace poquito que no te importa de quién venga y eso duele. Eso duele considerando lo que vivimos, ¿hasta cuándo te vas a doblar?
—A lo mejor nunca. No sé querer más allá de lo que me han querido.
—Es que, te lo digo porque te extraño.
—Yo no.
—¿Ah, no?
—No, entre tanta pinche muerte no sé ni a dónde ir y ni sé qué pensar. No tengo tiempo para ti. Lo siento pero así es. Eso sí, siempre eres la persona más oportuna para hablar. De cualquier cosa. No importa. Siempre eres oportuno y eso no cualquiera. Siempre estás y ni siquiera cuando yo lo pido, eso es raro.
—Eras mi esposa, bueno,  olvidá el título. El caso es, que eres importante y a alguien importante no se le deja solo ni aunque quiera. Eres importante por eso no me rindo.
—¿Por qué?
—Porque sé que no me hacés falta pero también sé que a vos no te hago falta. Es algo sin compromiso pero que ahí está y se siente. Sé que me odiaste o a veces me odias por haberte dejado en un principio pero tampoco me hiciste a un lado y yo tampoco pude hacerlo. Simplemente, se convirtió en un valor, no es un compromiso, sino en un valor que pocos encuentran. Da igual. A vos no te importa.
—F. Milton Lancelot, alias "El correcto".
—¿Qué?
—Es que así te decíamos M. y yo. Jugábamos con eso. Luego, el juego se volvió aburrido.
—Se han de haber divertido a lo grande.
—Al principio pero acá entre nos, brillaste más que cualquiera de las bromas que hacíamos. Hasta el punto en el que el respeto que te teníamos, de cierta manera, se convirtió en inspiración. Eso ya no volvió a pasar con nadie más. Pensé que podría pasar pero tú eres más noble. A lo mejor por eso juego, porque sabes que es un juego inocente y estúpido. En fin, no pasa con cualquiera pero tampoco te crezcas tanto.
—… lo peor es que ni me siento ofendido. Supongo que es algo ganado.
—Pueque…
—Oye…
—¿qué?
—Regresa a Argentina
—No.
—¿Por qué?
—Porque acá todavía no acabo. Tengo que hacer trámites ¿sabes que vi hoy a tu tía?
—¿Y qué tal?
—Del horror pero bueno, siempre se le agradece su compañía. A lo mejor y termino como ella
—No digas.
—No está tan mal. Me da envidia, la verdad.
—Hacés mal. En serio.
—La ventaja de ello es que no es tu problema.
—Seguís siendo tan difícil. De menos eso no lo has perdido.
—Obvii no, man. Ni con el terapeuta.
—Bueno, no ha de estar tan mal.
—Tengo mis mecanismos.
—Ya vi. Oye, te quiero.
—Yo ya no.
—Está bien, acepto. Pero no te voy a dejar porque quiero que vos estés bien y para eso tengo que estar al pendiente. Otros pelotudos a lo mejor no les importas pero a mí sí.
—Cómo gustes, es tu vida.
—También te extraño.
—Yo no.
—Lo sabía pero al menos quiero cuidarte, ¿me dejás?
—Es tu tiempo, no el mío.
—Sólo quiero que andés bien, M, prométemelo.
—A mí sólo me dan ganas de llorar por todo y por nada. Más por nada que por todo. No extraño o sí pero no es nada que no pueda opacar. Tú estás en esa lista.
—Yo no quería…
—Me da igual. No me queda nada de qué hablar contigo. Que tú no te rindas, ya no es mi problema.
— Entiendo. Intento. Escribe, sólo te pido eso, escribe. Te quiero siempre, nubecita.
—Yo no. No me digas "nubecita" porque sabes que me da pena.
—Entiendo.
—No, sigues sin entender.